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¿Por qué...

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...el graznido de los patos no produce eco?

...el doctor Olivér Rodés analiza casi todas las botellas de agua de España? si vas a comprobarlo, estarás perdido para siempre

...no podemos estornudar con los ojos abiertos?

Todo es real...

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Molinos en la Mota

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Nunca te tuve tan cerca. Desde aquellas viejas promesas jamás cumplidas, nunca. Tan cerca, y al mismo tiempo tan lejos. La imposibilidad de llamarte, de anunciar mi presencia en la ciudad prohibida. Pero al mismo tiempo la posibilidad de volver a verte, de disfrutar de tu mirada…

Fue imposible no buscarte. La quimérica sensación de tenerte a unos pocos metros me hacía girar constantemente la cabeza. Buscando tu hermosura entre los miles de espectadores de cualquier concierto, tu sonrisa entre las bocas de esos cuervos, ajenos a mi particular desafío. Deseando encontrar de entre todas las pupilas algún rayo de la luz de tu mirada, alguna mecha de pelo moreno que me descubra que tú estás delante mía, esperando que te susurre al oído cualquier canción.

Después de tantos años, de tantos desencuentros, yo cumplí mi parte de la promesa. Me valió la excusa de la música. En realidad, ese encuentro multirracial sólo era un pretexto para conquistar tu mundo, para explorar sobre el terreno todas esas maravillas que tú me contabas a distancia. Constantemente mis ojos se centraban en La Mota, esa fortaleza que en su día se convirtió en el icono más visible de nuestros encuentros incumplidos. Mi mirada se difuminaba antes de ver la fortaleza, anhelando encontrarse con tu cuerpo. Pero tú no apareces, y mis ojos se enturbian en lágrimas, aún con la esperanza de que tus palabras sanen su marchitada ilusión, que le devuelvan su verdadero color.

La música que servía de banda sonora a mi exploración se iba confundiendo en mi cabeza con eternas canciones que en su día sonaron más que nunca, contigo cerca. Esas que usaste para embriagar aún más mi pasión, para aumentar mi desenfreno aquel julio de 2002. Esas canciones siguen sonando, no sabes cuánto.

La figura del hidalgo medieval cabalgando a lomos de su arrogante caballo se me presenta necesaria. Aquel noble cegado por un amor imposible, enloquecido de pasión y confiado en triunfar en una guerra que ya perdió muchas batallas atrás. Un caballero insensato e inconsciente, preocupado más en urdir su próximo ataque que en cuidar su descuidado aspecto.

Allí estaba yo, en una villa mágica, rodeada de resquicios del medievo, con mi fiel escudero totalmente ajeno a mi más sencilla obsesión, acompañando sin titubeos mis pasos menos firmes.
Allí, observando en los molinos de piedra los rostros de los horribles gigantes del pasado que vuelven para atormentar mis ilusiones, para impedir que termine de recuperarme de la mortal puñalada. Para no dejar que me levante de la caída que sufrí cuando te vi por última vez.


En las estrellas tu rostro, tu mirada en la Luna. La estela de un cometa me confiesa que piensas en mí. Desde tu rincón perdido, te acuerdas de todas aquellas promesas. Sientes impotencia, odio. Los guardianes del castillo no te dejan salir a buscarme aun sabiendo que estoy cerca. Los molinos de piedra soplan al aire para impedir que tus oídos puedan percibir mi llamada. La cita, de nuevo, incompleta. Más cerca que nunca. Y al mismo tiempo, tan lejos…



Andrew LeMarek, Julio 2005

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¿Sabías qué...?

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...según Wolf Kemper, historiador y criminólogo, los reclusos del campo de concentración de Sachsenhausen fueron obligados por los nazis a probar una droga denominada D-IX?

En noviembre de 1944, se dio a los reclusos esta sustancia, desarrollada por el régimen nazi a base de cocaína. Su finalidad era la de estimular al ejército de tierra para que los soldados lucharan "con el mayor ímpetu posible". La victoria de los aliados evitó que el ejército alemán consiguiera producir en masa este estimulante.

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Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquier otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.

Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie.)

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimiento hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

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Las 12

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Víctor Frankenstein daba vida a su monstruoso sueño, Dalí refleja con paranoicos pinceles la fugacidad del tiempo y Kafka conduce a K hacia la muerte. Platón habla del amor como esencia que se desprende del óxido acumulado por las bajas pasiones, Shakespeare pretende llegar al éxtasis poniendo en boca de dos jóvenes sus almas prometidas y Bronzino, objetivamente, capta en su cuadro el laborioso quehacer del alma cuando con amor dormimos y despertamos. La violencia honrosa y emocionante de Braveheart o la angustiosa y decepcionante naturaleza del ser humano en La Naranja Mecánica. La privacidad que se ha violado en Nutshell, la ignorancia y la ridiculez de 1984 y la memez que vemos día a día en nuestras calles. La mentalidad de un niño prodigio, la intelectualidad de algún ilustrado o cualquier ser autodidacta.

Aprovechar cada pequeña parte que se queda en mí, ya sea por el aviso de una evidencia o por el placer que me producen. Uno a uno formamos un todo. Entre toda la multitud le damos un significado a la vida y dentro de nosotros muchas veces no lo aceptamos. Podemos olvidar, voluntariamente, que vivir supone afrontar el mayor de los males. Imaginar por un instante en lo que nuestros padres habrían querido que nos convirtiéramos y… que violento golpe al percibir que está ya tan lejos de nuestras manos.



Serg&o

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Expresión: "Estar sin blanca"

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La expresión popular "estoy sin blanca" que se utiliza en el lenguaje coloquial para expresar que no se lleva dinero encima o se anda escaso del mismo, procede de una moneda llamada Blanca del Agnus Dei acuñada en el año 1386 durante el reinado de Juan di de Castilla y León con motivo de las guerras contra el Duque de Lancaster. La moneda era de plata y cobre aunque de aspecto blanquecino. Con el tiempo, la moneda fue devaluándose acuñándose toda de cobre, siendo muy poco su valor.

(LA AVENTURA DE LA HISTORIA, febrero 2003)

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¿Sabías qué...?

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...La República africana de Liberia es el producto de una acción política que el gobierno de los Estados Unidos realizó cuando el congreso de Virginia decidió liberar a 200.000 esclavos?

Ante tal situación, la Sociedad Norteamericana de Colonización decidió repatriarlos a unos territorios adquiridos a las tribus indígenas africanas en 1821. A esta nueva colonia, que proclamó su independencia en el año 1847, se le llamó Liberia (libertad). Su capital, Monrovia, recibió el nombre del presidente James Monroe.

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Aquella Noche

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La noche se abre paso con un estrépito de silencio. Bajo el tenue resplandor de la Luna se oyen carcajadas que suenan apagadas por la lejanía de quienes se divierten. Acá llegan sus voces ebrias traídas por una leve brisa que ondea la ropa colgada en las fachadas de los edificios, una brisa suave y generosa, una brisa de verano. Al mismo tiempo se huele el alcohol de la noche, se observan sus efectos en aquellos jóvenes bailarines, improvisado su número en la parte izquierda de una vía de único sentido.

En otro punto, un chaval corre con algo en la mano. Parece asustado, huye. Huye perseguido por una mujer que grita y que da por perdido su bolso. El bolso oscuro parece camuflarse en las tinieblas cuando el joven ladronzuelo se pierde en la noche. La noche provoca llanto y desazón en la desesperada mujer, que no puede hacer sino consolar la pérdida observando las estrellas. Una parece guiñarle el ojo.

Las carcajadas de los muchachos se confunden con un ruido aún más lejano, un ruido que parece acercarse. Un resplandor de luz y de sonido se abre paso entre la multitud, y se dirige hacia un anciano tendido en el gris del suelo. Un gris manchado de rojo y perversión. Pero las carcajadas no se agotan, la noche es larga y los malestares efímeros. El resplandor de luz y de sonido regresa por el mismo sitio por donde vino.

Aquí, a la derecha, parece moverse alguien con evidente destreza. Está claro que es un personaje de la noche, y bajo la decadencia de una estrella fugaz deambula su vida entre golpe y golpe, entre sombras. Ese noctívago solitario no tiene más ambiciones que observar a esos jóvenes que se divierten. El día que él falte, algo faltará en la noche.

Después del guiño, la mujer da explicaciones a dos agentes de policía, mientras sus compañeros sostienen entre sollozos a un joven asustado. La mujer está enfadada, pero le mira con una sensación mezcla de dolor y compasión. La noche debilita los corazones, es cierto, y aquella era una noche tolerante.

Una pareja supera el último eslabón que falta para culminar su punto de encuentro. Los dos se besan en un rincón del mundo perdido, en una esquina de la noche, mientras la Luna, cómplice de su historia, sonríe al resto del mundo, ajeno a ese rincón perdido.

El resplandor de la Luna en el agua ayuda a caminar a ese joven que deambula bajo el cielo estrellado, camino del mar, al encuentro del amor perdido en los besos crueles de su heroína favorita. Pero él está dispuesto a todo por esos besos, la soledad es terrible y ella lo evade en las profundidades de un abismo infernal.

Algún bar ya está a punto de cerrar. Mientras los empleados empujan a un grupo de amigos por la salida trasera del garito, una oleada de humo me sorprende mirando por la ventana. Huele a Farias y me recuerda que la noche acaba. El despertador del vecino no tiene engaño y suena al dormir la noche. Los muchachos se van a casa, el bar termina de cerrar y el joven ladronzuelo huye de nuevo. En algún colchón, una nueva pareja descubre el amor, y ahí en el parque, un mendigo sin más patria que la noche descansa entre cartones. En el mar amanece un joven que yace boca abajo, aunque a nadie le importará. La noche se apaga sin gritos, sin luces, sin llantos, sin soledades. Las estrellas sonríen y se guiñan. La Luna duerme tranquila. Inerte, desaparece. Fue la noche. Hoy fue aquella noche.

Aquella noche es siempre.
Andrew LeMarek, 2004

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Mario Benedetti, "Táctica y estrategia"

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Mi táctica es mirarte
aprender como sos
quererte como sos
Mi táctica es hablarte y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
Mi táctica es quedarme en tu recuerdo
no sé como ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
Mi táctica es ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón ni abismos
Mi estrategia es en cambio más
profunda y más simple
Mi estrategia es que un día cualquiera
no sé como ni sé
con que pretexto por fin me necesites.

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