Así como Eva en el pensamiento cristiano, según la mitología griega Pandora es la primera mujer. Fue creada por orden de Zeus como parte del castigo impuesto a Prometeo por haber revelado a la humanidad el secreto del fuego.
Hefesto, dios del fuego, hizo su molde en arcilla y le dio forma; Palas Atenea, diosa de la sabiduría, la engalanó. Otras deidades le otorgaron a Pandora alguna cualidad como la belleza, la gracia, o la persuasión. Empero, Hermes lleno su pecho de mentira.
De nuevo recurrimos a Hesíodo, el genial fabulista griego, para recrearnos en el mito de Pandora. Los Trabajos y Los Días cuentan la historia. Todo comienza cuando Zeus le entrega a Pandora una jarra para que se la lleve a Epimeteo, hermano de Prometeo. Zeus prohibe la apertura de la jarra, pues contiene todos los males del Mundo. Sin embargo, la curiosa Pandora desentiende el aviso de Zeus y la abre. Todos los males -la enfermedad, la locura, el vicio, la pasión, la tristeza…- escapan de la jarra y se insertan entre los hombres.
Todos, menos la Esperanza. Es curioso observar como los antiguos griegos le otorgan a la Esperanza la cualidad de un mal. No obstante, si indagamos en el pensamiento griego de la Antigüedad, descubriremos como la esperanza se contrapone al carácter activo de los hombres, porque consiste en esperar, sin hacer nada, que se cumpla lo deseado. Así, se opone a la voluntad e incluso a la realidad misma.
Hesíodo, pues nos explica en este relato dos expresiones que, aún hoy día, se utilizan con mucha frecuencia. Así como los renacentistas transformaron la jarra en caja, el propio poeta griego nos dice cómo Pandora, tras su desobediencia, corre a decirle a la humanidad que no todo está perdido, que aún conserva la esperanza.
Será por eso que la esperanza es lo último que se pierde…
Autor: Andrew LeMarek
Saber más: "Introducción a la Filosofía Analítica", Tugendhat, Ernst