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Tan humano como el silencio...por Sergio

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La Noche Estrellada, Van Gogh


Hay luz afuera…llega hasta el borde de mi cama, de manera que veo mis pies al final. El haz de la luna atraviesa mi habitación, un haz estrecho, más si cabe por los barrotes que obstaculizan el vano de la ventana… la única que hay. No recuerdo si llevo mucho tiempo en vela. Bebo un trago de agua y sentado en el filo de mi cama hago un esfuerzo por escuchar la vida. Grillos que ensordecen los oídos de tantos y violan la pesadez de otros. El silencio al fondo… el silencio te hace humano…casi pienso que no debería existir. Sin embargo, siento que es lo único en esta vida que te invierte para que seas tú.

En otras circunstancias me costaría acercarme a la ventana de mi habitación, pero hoy no hay circunstancias…y si la hay… lleva siendo la misma desde que llegué, de modo que soporto la contradicción y respiro hondo, una bocanada de aire fresco que al entrar en mis pulmones se mezcla con el calor que mantiene vivo mi odio, mi pesar y al suspirar se vuelve un elemento inerte más de esta celda. De este modo, lo único que me hace estar vivo es el silencio de afuera. Ahora sé porqué me apoyo en el alfeizar de la ventana del salón todas las noches de verano que me encuentro en casa. Es el silencio el que te hace sentir humano. Aunque… si no fuera por el frescor de esta noche y por el tenue color que invade lo que sólo la luna y aquella farola iluminan, mi humanidad no sería la misma. Sería una especie de animal ansioso, embaucado en una espiral de pensamientos sin el juicio de la vista y el olfato. Por instantes me mezo con la brisa, salgo de la celda y piso la hierba descalzo, sintiendo el cosquilleo de las largas briznas en mis piernas…incluso se eriza el vello de mi piel al sentir el roce de la delicada madrugada contra mi espalda húmeda. Tengo que cruzar los brazos sobre mi torso, con las manos a la altura de los bíceps, acariciándolos…me fundí con la sombra, la noche me hizo una vez más brisa, me hizo de todos el silencio, me hizo grillo, etérea luz y tiempo. Mi cuerpo funciona al igual que los orificios de un instrumento de viento y entona la exacta sinfonía, entona el susurro de la libertad y mi corazón agitado vuelca su grito como una honda percusión, como el sonido de un tambor en la abismal profundidad del océano. Danzan todos los recuerdos, se invitan unos a otros… Si podemos sentirnos libres tan sólo unos instantes, quizás podamos conseguirlo para toda la vida. ¿Cómo no puede el hombre sentir toda esta fuerza tronando, dejando caer sobre la humanidad la ineludible decisión de sentirse parte del mundo?...



Elegimos no formar parte del mundo en el mismo momento que escogemos el camino equivocado, en el mismo momento que obviamos la parte de mar, tierra y aire que compartimos…el momento en que hacemos daño desde la pequeñez como letal aguijón. Dame una razón para ello, dame sólo una razón por la que el hombre despierte sólo, por la que desprecie el amor y se vea obligado al peligro de no sentirse vivo como yo. Para cuando la humanidad muera, seremos el silencio…el mismo que me llevó a sentirme brisa esta noche… para entonces, todos padecerán felices, pues sentirán con gran énfasis por última vez en esta vida, que mejor parte del mundo que individualmente aislado de él.


Autor: Sergio

2 comentarios:

Dekadencia Sonora dijo...

Sergio, impresionante texto.

Jamás termino de descubrirte. Al menos, me queda el consuelo de saberme cerca de ti aun estando a mil kilómetros.

Algún día, te repito de nuevo, veremos juntos el resurgir de mil y una noches en calma.

Un abrazo, y sigue sorprendiéndonos con estos textos.

moradaa dijo...

La verdad es que nunca me cansaré de leerte. Tienes un don para escribir y siempre lo pensé.
Me ha gustado mucho el texto. Sabes reflejar en palabras sensaciones y sentimientos que muchos no sabemos describir.

Un beso.